Wednesday, December 23, 2009

Saturday, November 21, 2009

Se descolgó el silencio (Olga Orozco)


Se descolgó el silencio...

Se descolgó el silencio,
sus atroces membranas desplegadas como las de un murciélago anterior al diluvio,
su canto como el cuervo de la negación.
Tu boca ya no acierta su alimento.
Se te desencajaron las mandíbulas
igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar la almendra del destino.
Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.
Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de rostros.
Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces modelos de este mundo.
Son apenas dos pozos de opalina hasta el fin donde se ahoga el tiempo.
Tu cuerpo es una rígida armadura sin nadie,
sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja en lágrimas.
Tus uñas desasidas de la inasible salvación
recorren desgarradoramente el reverso impensable,
el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.
Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa la estera de los días.
Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se arranca
y después ya no estabas.
Te desertó la tarde;
te arrojó como escoria a la otra orilla,
debajo de una mesa innominada, muda, extrañamente impenetrable,
allí, junto a los desamparados desperdicios,
los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el poniente,
que oscila, que se cae,
que se convierte en nube.

 Olga Orozco

Sunday, September 23, 2007

Distancia del amigo (Rosario Castellanos-México)

Distancia del amigo

En una tierra antigua de olivos y cipreses
ha fechado mi amigo su más reciente carta.
Lo imagino escribiendo, sentado en una roca
a la orilla del mar, tirando piedrecitas
sobre el lomo verduzco de las olas.
(Si estuviera en un parque tiraría
migas a los gorriones,
si en un estanque, Ledas a los cisnes.)
Lo imagino volviendo su rostro hacia el crepúsculo,
mordisqueando una brizna mientras piensa
que la vida es tan bella porque es corta.
(No es de los que invocan a la muerte.
Es de los que la hospedan, silenciosos,
en el sitio más hondo de su cuerpo.)
Se levanta después y camina despacio,
con las manos metidas en las bolsas
de un traje viejo y ancho.
Puede hervir a su lado la multitud. Mi amigo
está solo. Entre hombres embriagados
de dicha, entre mujeres ojerosas de duelo
lleva su soledad como una espada
desnuda y eficaz, radiante de amenazas.
Llega a su cuarto. Lo abre. Nadie espera.
Hay un olor oscuro,
pesado, de ventana estrangulada.
Igual que cuatro cirios metálicos relucen
las cuatro extremidades agudas de la cama.
Se ha desplomado en ella y una punta lo hiere.
¡Cómo sangra empapando las sábanas, tiñéndolas,
cómo se queda lívido y exangüe
mientras bajo su frente se incendian las almohadas!

La fecha de esta carta que estrujo es muy remota

—de un tiempo en el que el tiempo no existía—
y la ciudad de que habla se reclina
más allá de los mapas.
Mí amigo, sin embargo, está cercano.
Podría yo tocarlo si pudiera
tocar mi corazón recóndito y sellado.

Rosario Castellanos

Sunday, April 01, 2007

JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD (Jorge Luis Borges)




JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD, Jorge Luis Borges

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.





Jorge Luis Borges, 1985

Sunday, January 28, 2007

POBREZA A LOS 10 AÑOS (Matilde Alba Swann)


POBREZA A LOS DIEZ AÑOS
Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela... Apenas tercer grado...
Qué largo fue el recreo, el más largo el año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.

Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando...
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos...
Qué anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la escuela
y aquel recreo largo...

Mi piecesito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón a los diez años.



Matilde Alba Swann
(Canción y grito- 1955)

Thursday, January 04, 2007

Los Formales y el frio. Mario Benedetti



IMAGEN: Luis Chamizo Esculturas. Artista cubano
LOS FORMALES Y EL FRIO

LOS FORMALES Y EL FRÍO


Quién iba a prever que el amor ese informal
se dedicara a ellos tan formales

mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa la de ella
era como un augurio o una fábula
su mirada la de él tomaba nota
de cómo eran sus ojos los de ella
pero sus palabras las de él
no se enteraban de esa dulce encuesta

como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche

y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo por favor

cuando llegaron a su casa la de ella
ya el frío estaba en sus labios los de él
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos

una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre

él probó sólo falta que me quede a dormir
y ella probó por qué no te quedás
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedás

de manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos los de ella
después ella besó sus labios los de él
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

Friday, December 22, 2006

CARTA DE NAVIDAD PARA UN POETA

Obtenido de Internet
Imagen: Dinamismo en la cabeza de un hombre. Humberto Boccione 1882 -11916


CARTA DE NAVIDAD PARA UN POETAQUE ESCRIBÍA VERSOS EN SU REBOTICA
(José Javier Alexandre)
(En memoria de Federico Muelas)

Estás ahí ¿verdad?
Seguro que llegaste con tus brazos sin límites
zarandeando pétalos al aire.
Y sin dejar de hablar: con tu fluyente
río de rebotica en la garganta.
Sí, sé que estás ahí.
Cultivando laureles para frentes
denodadas, incógnitas y humildes.
Aleando con oro las últimas preguntas
que le ponen pimienta a la saliva
con divina sustancia de los hombres.
Sé que estás en un cielo de rimas consonantes,
lidiando en verso libre la estatura
sin perfil de los ángeles.
Reuniendo en gavillas los recuerdos
de las voces concordes de los monjes,
que unidas al rumor hondo del Huécar
oías por la tarde
desde tu hocino sosegado vecino a Shangri-Lá.
Sé que te desmelenas todavía
con el clamor de un viento endecasílabo
-viajero por veletas de plata y lapislázuli
- y amasas las palabras en paladar sonoro,
cociendo pan de cánticos en el horno encendido
de tu glorioso corazón que siembra
campanas en el aire.

Hoy habrás elegido por extensas praderas
aromas de tomillo y de romero,
de espliego, camomila y yerbabuena;
flores de ajonjolí,
salvia real, caléndula y retama;
y habrás seleccionado los más puros sonidos
de caramillos y zambombas,
pues celebráis ahí la Nochebuena.
Tú, como hacías aquí abajo,
levantarás tu tenderete
de las maravillosas baratijas diarias
con amorosas manos delante del Portal.

Cuéntame, Federico,
si en el belén del cielo hay un espejo
para mirarse el alma navegando en los ríos
que terminaron en el mar más alto.
Cuéntame si te cruzas
con ovejas brillantes como nubes,
en pastizales del amor nutridas;
si los pastores llevan sin heridas el barro
transido de sus lágrimas;
si la Posada tiene siempre abierta la puerta
para albergar los sueños y los amaneceres;
si las estrellas aprendieron
a remediar los largos fríos de tantas noches,
y prenden sus hogueras en albricias y azúcar
para olvidar la pena con mazapán de almendras
y aguardiente con fresas, arándanos y guindas.
Y, sobre todo, déjame que escuche
la nueva luz que en tu silencio crece.

Si supiste sacarle a tu pandero
terrenal tantas notas celestes inventadas
cuando aquí te ponías de rodillas
para escribir, ahora que estás viendo
con los ojos cerrados
cómo la medianoche se engalana de aurora,
qué callada ternura te ha cedido tu voz
para hacer del asombro tu mejor villancico.